sábado, 17 de septiembre de 2005

La Balsa de Medusa

educar revolucionariamente… García Wehbi, amante del teatro experimental, presenta ...
educar revolucionariamente… García Wehbi, amante del teatro experimental, presenta el Proyecto de Graduación 2004 del Departamento de Artes Dramáticas del IUNA, conceptualmente basado en el “situacionismo”.

La Internacional Situacionista constituyó (1957-1972) un grupo de activistas que plantearon el interrogante sobre el papel del hombre y la cultura en la sociedad de consumo de posguerra. Desde una perspectiva radicalmente crítica e inconformista, cuestionaron el orden social. La idea esencial es la falsedad de la sociedad de consumo. Nuestra sociedad es un puro espectáculo, es decir, apariencia. Los situacionistas proponen rebelarse contra esta sociedad de la apariencia y rechazar sus valores establecidos que nos impiden vivir una vida auténtica. Es una lucha contra la falsa realidad del espectáculo en la que se reivindica el valor de la propia vida y la toma de las propias decisiones.

La utopía situacionista consiste en pretender la creación de situaciones nuevas que subviertan el orden establecido, ya sea social, moral, político, o artístico. En este marco la obra involucra a los espectadores en una profunda crítica social, de la cual no hay escapatoria. Aún abandonando la función, este absurdo teatral no permite eludir identificaciones odiosas.

La Balsa de la Medusa lleva el nombre de una pintura de Gericault, inspirada en el naufragio de la nave La Medusa en 1816. En ella se pueden apreciar diferentes actitudes de los individuos sobrevivientes y cómo se manifiestan en los momentos terminales de la vida. La presentación de García Wehbi, nos propone pensar en que lugar de la balsa estaríamos nosotros.

Como testigo el público se encuentra inerte ante las nueve venenosas lenguas de la Medusa; aún siendo licenciado por la propuesta para reaccionar, pocos responden a los comentarios. La trama agita con toda intencionalidad la susceptibilidad de la audiencia y no es recomendable para personas sensibles.
Esta mirada confronta con rudeza desde un negro límite de la ficción y manifiesta con singularidad una verdad innegable: no sabemos lo que vemos.

García Wehbi revela que éste es un intento (frustrado, desde el comienzo) por romper “la trampa” de la sociedad del espectáculo. Es así que pretende encontrar nuevas formas de comunicación entre creador y público que no responda a los conceptos espectaculares canonizados. Debord, uno de los teóricos del situacionismo y autor de La sociedad del espectáculo, consideraba que el mercantilismo impone modelos culturales y funcionales a escala total. Esto incluye al “espectáculo” como un mecanismo de poder para someter, igualar y masificar al hombre. He allí la trampa, Debord dice que el pensamiento libertario de los artistas hace aguas en las sociedades de control como las nuestras; y García Wehbi presenta una diferenciación entre ustedes y nosotros, aún sabiendo que el reflejo petrifica a la medusa.

El elenco prescinde de lo permitido y advierte a su “mejor público” que ellos mismos serán odiados. Interpretan, con habilidad, papeles sumamente expuestos, con sonrisas de piedra y una crítica impiadosa de los otros y de si mismos. Por la metodología aplicada, sus fracasos sirven, tanto como sus logros, para enfocar, clarificar y polarizar hasta el último recurso, aún cuando parece imposible seguir manteniendo una unidad ficticia.

La sinceridad de las expresiones, la crudeza verbal, y la obscura estética del vestuario, el maquillaje y la escenografía, consiguen que la experiencia resulte movilizadora de una forma poco tradicional.

“Si hablas, mueres. Si no dices nada, mueres. Así púes, habla y muere.” (Tahar Djaout)

Fuente: vuenosaires

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