domingo, 5 de octubre de 2008

Beatriz Catani lleva Llanos de desgracia, de las tablas platenses al Espacio Callejón

La dramaturga platense Beatriz Catani estrenó una nueva obra en el teatro porteño. Con elenco de La Plata, el Espacio Callejón puso en escena Llanos de desgracia, un espectáculo realizado en un curso de actuación de un año en el teatro. La obra surgió del taller de teatro que la dramaturga platense brinda en esta ciudad.

El Hermandad del Princesa, que cuenta con las actuaciones de Graciela Martínez Christian, Leticia Fiori, Jorge Guntín, Román Kuzmanich, Silvia Rebagliati, Germán Retola, César Rodríguez y Juan Manuel Unzaga, más la música original de Juan Pablo Bochatón y César Rodríguez.

Los alumnos actores trabajaron "sobre lenguajes de actuación en relación a forma, verdad y tiempo. En una búsqueda que se basó en desligarnos de la idea hegemónica de una actuación natural o invisible", cuenta Catani, cuya obra se verá los jueves a las 22.30 en el teatro de Humahuaca al 3759.

TEORÍA DEL ICEBERG. La idea del taller realizado en La Plata fue que se trabajara, desde una perspectiva contemporánea, una construcción artificial extendida en el tiempo, aparatosa y artificial. "Hoy que los códigos de actuación teatrales han sido tan eficientes en volver invisibles las actuaciones, en disolver las marcas entre intérpretes y personajes; nos planteamos una construcción donde lo evidente sea el artificio, el estiramiento del tiempo, los silencios y las expresiones mínimas, contenidas y a veces hasta hieráticas de los intérpretes", explica la dramaturga.


Para lograr el objetivo, los artistas fueron "centrándose en el entrenamiento de energías". Así, buscaron la energía interna necesaria y la resonancia para sostener la actuación "a través del entrenamiento y en una combinación de entrenamiento y ensayos".
Según Catani, trabajar la actuación a la manera de la teoría del iceberg (lo que se ve, se dice o muestra, siempre se apoya en una superficie subterránea mucho mayor) permite que surja "una verdad interna en los intérpretes que soporta los estiramientos en el tiempo y le da vitalidad, aún desde un código de expresión sombrío y velado".

LA HISTORIA. Sobre el tema que trata la obra, la dramaturga asegura que el grupo estaba interesado en plantear "territorios de nuestro mundo hoy: el trabajo, el amor y la soledad; abordarlos desde el punto, donde a nuestro entender, confluyen hoy: el deterioro de una post-crisis que modifica la vida de todos nosotros. La dificultad para conseguir dinero para vivir. La crisis nos afectó a todos. Y ahora no hay un enemigo visible como en los años ´70".
El trabajo en clase permitió a la dramaturga generar "un sistema, un mundo propio en base a personajes afectados y marginales, en situaciones lastimosas y espacios depresivos. De esa expresión impasible, de esa ingenuidad dolorosa, y una ternura aunque no manifiesta de los personajes y de las situaciones; va surgiendo una hilaridad casi involuntaria, una ironía extraña".


Acostumbrada a trabajar en diferentes tipos de espacios, Catani realizó una puesta con cierta referencia cinematográfica: "a un lado, un espacio de hombres: un Bar. Del otro, un espacio de mujeres: una habitación de Hotel barato. Y, en el centro, un lugar de pasos y de encuentros: el pasillo de una Estación terminal de trenes", describe.
Como ocurre con la actuación, para Catani el relato no es más que la superficie del iceberg. "La música, con una presencia casi permanente, los referidos rasgos de actuación, los silencios y el tiempo; así como el frío excesivo y la falta de luz; son los que generan el verdadero apoyo y sentido de la historia" surgida de las clases de teatro en La Plata.

Fuente: Diagonales

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