sábado, 17 de enero de 2009

Más respeto, que soy tu madre

HIJA Y MADRE SOFI (ELIANA GONZALEZ) ES LA NIÑA QUE DISCUTE CON MIRTA (ANTONIO GASALLA).
Gasalla en su salsa

Gran lucimiento del humorista Antonio Gasalla en el rol de Mirta Bertotti, un personaje a su medida en "Más respeto, que soy tu madre". Un texto notable y el resto del elenco, muy a tono.

Por María Ana Rago

Un auténtico grotesco, protagonizado por un actor cómico de probada trayectoria que, además, conoce muy bien el género, se estrenó el jueves. ¡Más respeto que soy tu madre! es un texto a la medida de Antonio Gasalla, a quien acompaña un elenco sólido: Enrique Liporace, Esteban Pérez, Eliana González, Nazareno Móttola y Alberto Anchart.

Dirigida por el propio Gasalla, esta pieza sucede en el escenario con una dinámica muy teatral. Logra capturar la atención de la platea durante las dos horas de función, sin permitir que el interés decaiga en ningún momento.

Gasalla se atreve a un espectáculo con un libro de otro, con una historia que tiene principio y fin, después de transitar este último tiempo shows en los que interpretaba a personajes creados por él mismo. Y el resultado, que surge de la combinación de un buen texto -divertido, reflexivo, ágil, con personajes interesantes-, actuaciones muy logradas y una dirección a la altura de las circunstancias, es loable.

El texto -nacido en Internet-, narra la vida de una mujer de 52 años, de clase media baja. Gasalla interpreta a ese personaje femenino, Mirta Bertotti. Ama de casa, madre de tres hijos y con un marido desocupado, alterna el relato de su vida con la representación de escenas. Mirta y Zacarías llevan 29 años casados y aunque el paso del tiempo desgastó la relación, siguen juntos. El hijo mayor, Nacho, es el primero en irse de la casa. Caio y Sofi, aún adolescentes, hacen las mil y una. El suegro de Mirta vive con ellos. "Todos comen a horarios distintos, para no encontrarse", dice Mirta. Sin embargo, son una suerte de "familia unida": se necesitan y están para compartir lo bueno y lo malo.

La historia transcurre en Mercedes, ciudad de la que es oriundo el autor, quien ahora reside en España. La nostalgia por un país que se observa desde la distancia aparece todo el tiempo en una obra que evoca costumbres argentinas, repasa momentos de nuestra historia, pinta con buenos trazos la idiosincrasia nacional y subraya errores. Pero también es evidente la mano de Gasalla: adaptó el libro para que tenga su sello, le imprimió una estética muy suya.

Al finalizar la primera función, Gasalla invitó al autor a subir al escenario: "No sé si la Mirta que hago yo se parece a la que te imaginaste, pero no me importa...", dijo y agregó que cada uno hace su propia creación de los personajes.

La escenografía, de Jorge Ferrari, recrea la casa de la familia en cuestión. La cocina, el comedor, el televisor -que transmite cien canales gracias a que se colgaron del cable del vecino-, un sillón y la computadora están a la vista del espectador. La iluminación, de Roberto Traferri, se modifica según relate Mirta o se representen hechos.

Al final, suena La sonrisa de mamá, de Palito Ortega. Nada más oportuno para cerrar esta obra que bien podría convertirse en un clásico argentino.

Fuente: Clarín

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