sábado, 10 de enero de 2009

Pinter básico

Harold Pinter
Dramaturgo, actor, director
Londres, 1930-2008

Figura central para el teatro de Occidente del siglo XX, recibió el Premio Nobel de Literatura en 2005, año en el que abandonó su actividad escénica para lanzarse en la arena política. Muy influyente para toda una generación de teatristas argentinos, entre sus obras se cuentan La habitación (1957), El montaplatos (1957), La fiesta de cumpleaños (1958), El cuidador (1959), El amante (1963), Los enanos (1963), La vuelta al hogar (1965), Viejos tiempos (1971 y Tierra de nadie (1982).

Detrás de lo que las palabras callan
Harold Pinter produjo con su muerte la pausa pinteriana definitiva. Fue uno de los más grandes dramaturgos del siglo XX y exploró como nadie lo que las palabras callan. Sus personajes se revelan menos por sus réplicas que por sus silencios y balbuceos. También, en muchas de sus radicales declaraciones públicas, apuntó directamente a los núcleos fraudulentos del lenguaje que maneja el poder mundial, especialmente en frases como "eje del mal", "intervención humanitaria" o "guerra preventiva". Al recibir el Nobel de Literatura en 2005, arremetió contra el primer ministro inglés Tony Blair y el presidente de EE.UU. George W. Bush, de quienes dijo que deberían ser juzgados en un tribunal penal internacional.

Había nacido el 10 de octubre de 1930 en el seno de una modesta familia londinense de origen judío. Conoció desde chico el antisemitismo y el miedo: tenía 9 años cuando estalló la II Guerra Mundial. Ya adolescente, pasó por la carrera de Letras y por la Real Escuela de Arte Dramático de Londres hasta que se unió a una compañía teatral itinerante. A comienzos de los 50 escribió sus primeros guiones radiofónicos y teatrales, se casó con la actriz Vivien Merchant, nació su hijo Daniel y alcanzó su primer éxito con La fiesta de cumpleaños. La crítica calificó inicialmente su obra de "incomprensible", pero pronto se reconoció su parentesco con Beckett, Ionesco y Artaud. Con El cuidador sedujo a las vanguardias europeas, que lo incluyeron en la generación de los jóvenes iracundos de los 60. La disidencia estética e ideológica de la época se identificó con textos como El amante (1962), Silencio (1968) o Viejos tiempos (1970) por el modo como se explora en ellos la dificultad humana para comunicarse. Sus personajes creen que saben o que eligen no saber, pero en realidad ignoran casi todo acerca de sí mismos.

La escritura dramática de Pinter alcanza difusión mundial con su trabajo como guionista junto a cineastas como Joseph Losey (El sirviente, Accidente, El mensajero), Karel Reisz (La amante del teniente francés), Paul Scharder (El placer de los extraños) o su versión de El proceso, de Kafka. Escribió Traición, inspirándose en la crisis de su primer matrimonio, que terminó en divorcio. En 1980 conoció a la escritora Antonia Fraiser, con quien se casó y a quien dedicó algunos de los poemas de los últimos años. En 2001 dijo: "Uno necesita dos cosas para sobrevivir cuando tiene una enfermedad como ésta: un cirujano brillante y una mujer brillante; yo tuve la suerte de tener las dos."

En esa época inició un progresivo tránsito de la dramaturgia a la poesía. "No quedan palabras por decir / sólo nos quedan las bombas / que estallan en nuestra cabeza", se lee en uno de sus poemas fechado en 2003, año de la invasión a Irak. Hoy los criminales siguen produciendo palabras y detonaciones igualmente letales. Pero Pinter ya dijo lo que debía ser dicho. Su silencio es un recurso poético. Para que el grito de las víctimas no deje de oírse.

Olga Cosentino

Fuente: revista ñ

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