sábado, 19 de septiembre de 2009

Alfredo Casero: "No quiero pelear con nadie más"

Alfredo Casero habla de los cambios, de la época de Cha Cha Cha, de Capusotto y Alberti, del humor en la televisión y de su nueva obra.

Volvió al teatro con "A Casaerian extravaganza", una obra en el N/D Ateneo con el humor caótico que lo caracteriza. A pesar de trabajar en "Tratame bien", dice que no está en televisión. Y que ya no quiere pelear más porque le ganó a todos.

Por Pedro Irigoyen

Cambio es la palabra clave. A días del estreno de su nuevo espectáculo, A Casaerian Extravaganza, en el teatro N/D Ateneo Alfredo Casero estaba tirado de panza contra el piso, rodeado de fósforos quemados, tratando de prender una estufa de la casa a la cual ese mismo día se había mudado. No era suficiente cambio la mudanza, también había tomado la decisión de cambiar todo su espectáculo repentinamente. Necesita esa adrenalina. Se mueve en una búsqueda constante, la del no actor que pueda liberar cuerpo y alma sin prejuicios y sin los yeites del humorista de profesión. Quizás esté pensando en volver a la tele. Mientras, meticuloso, analiza el humor: biológica, filosófica y socialmente. Más allá de su locura, lo toma como algo serio.

¿Por qué cambiaste la obra?

La revolución tiene que ser constante; mejor dicho, para que no suene ricotero, la forma en la que hay que plantear en la vida los cambios tiene que ser de base, cambios claros y radicales, así sean pequeños o grandes. De lo contrario me aburro.

¿Cuál es el desafío en la obra?

La atención y la apertura del corazón del que escucha; conquistar nuevos corazones que abren un canal por medio del cual vos podés poner lo tuyo.

¿Se puede hacer humor con cualquier cosa?

Sí, la gente hace comicidad con cualquier cosa. No está bien visto en una especie de establishment, pero intramuros decís cualquier cosa, no hay nada que te detenga. Lo que te frena es el cagazo, la represalia del otro. Fernando Peña fue el único tipo realmente temerario que yo conocí. No tenía miedo a nada.

¿Lo temerario es una virtud?

Lo temerario es la vida. Es perderle miedo a los cambios, no frustrarse cuando algo anda mal, porque forma parte del experimento. Por eso patino y voy para otro lado. Estoy buscando. Manejo un montón de yeites que sé dónde caigo parado. El error es el pensamiento, porque te encasilla y te cierra. Yo cada vez improviso menos, sólo en el vivir.

¿Qué es una extravaganza?

Cosas que no sabe uno adónde van. Desconectadas. Es el servicio que puedo dar como artista. Mi función es echar agua en el arte. Estoy de-sesperado por poder comunicarme con la gente para que deje de consumir horror, terror y miedo. Y se anime a cumplir sus sueños. Hay que vivir con la disponibilidad de un condenado a muerte, entonces el miedo desaparece.

¿Cómo es el "no actor"?

Cualquier persona que se sienta liberada del rol que tiene normalmente en la vida.

¿Lo estás buscando para volver con un nuevo Cha Cha Cha?

Es lo que estoy buscando, pero tiene que ver con una filosofía de la nada, de lo que no hay. He encontrado muy poca gente con la humildad suficiente. A nosotros realmente no nos importaba. Ni a Fabio, ni a Capusotto, ni a Mex, ni a Cedrón... A todos les fue muy bien por no ser angurrientos. En cuanto se convierten en angurrientos, sufren por mantenerse en ese lugar. Capusotto trabajaba en una casa de fotocopias, Alberti iba al Parakultural y yo laburaba de mecánico. Era un placer laburar con todos ellos. Hubo un momento en el que haciendo eso fui feliz. Ahora soy feliz en un montón de otras cosas también.

¿En el teatro te sentís libre?

Artísticamente me siento mejor haciendo alfalfa. El campo es un arte; fabricar helado lo es.

¿Pensaste nuevos personajes?

Los personajes son míos. Si vos me decís "Ah... ¿Qué? ¿No se te ocurre ninguno?" Mirá Cha Cha Cha y vas a ver 40 o 50 cosas diferentes por programa. Me di cuenta de que fui un pelotudo. Que dar demasiado es lo mismo que no dar nada. Ahora vuelvo a las cosas que yo sé que son mías, y que me van a hacer buscar otras nuevas. No necesito disfrazarme. De ahora en más tengo que seguir buscando, rascando en el fondo de mi propia olla o muriendo en el intento.

¿Por qué dejaste tu vida de campo y de viajes?

¡Por el dinero! Por-la-guita. El dinero es energía que te permite hacer cosas. No quiero pelear con nadie más, porque no hay nadie más para pelear. Los cagué a trompadas a todos. Les gané. Yo gané.

¿A quién?

A todos. Yo no estoy en la tele.

Sí, estás en la tele.

Bueno, me refiero a la última vez, A todo culorr. Estaba bárbaro A todo culorr, pero aparentemente tenía que entrar en una cadena de chupada de culos. Yo le dije al Chueco (Adrián Suar): "Me mandás a morir, esto es así, ya lo hicimos, no funcionó". "No, no, hacelo". Después vino y tuvo la grandeza de decirme: "Loco, perdóname. Fue probar y..." Entendí. Hoy no veo una televisión como para apostar algo mío. Hago mi papel en Tratame bien, que para mí es una cosa rarísima. Yo no hay de este tipo de programas, o cada vez hay menos.

¿Cómo ve el humor en la tele?

El humor se utilizó como una operatoria política en el último tiempo. Yo me encamino a dirigir, no tanto a actuar. El peor enemigo del cómico es el capocómico. El que no deja que nadie levante cabeza, que dice un chiste él y los demás no. El gran error es pensar que el humor tiene una cara. El humor es algo que se dirige, se direcciona a la gente, y la gente toma lo que quiere para reírse. Son líquidos, por eso se llama humor. Están adentro de tu cerebro. Yo entro adentro tuyo por medio de tus terminales nerviosas y tengo que tirarte en la memoria algo que te produzca una convulsión, que es la risa. ¿Qué me van a enseñar? Si fue lo único que pude hacer. A los 9 años vendía bocaditos Holanda en el tren haciendo reír a la gente. Es lo único que sé hacer. Rompo todo lo que tengo hecho y vuelvo a empezar, a diez días... Y me la banco, porque si no, no hay adrenalina, no te excitás.

Fuente: Clarín

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