domingo, 13 de septiembre de 2009

Ante el vacío, negar o escapar

Pablo Echarri y Leonardo Sbaraglia encabezan el elenco del filme de Marcelo Piñeyro, Las viudas de los jueves

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA

LAS VIUDAS DE LOS JUEVES, de Marcelo Piñeyro.- Película sobre el vacío en medio de un país que se vaciaba. Filme espejo donde la realidad desaforada del 2001 encontraba la otra cara de su perversa moneda. La novela de Claudia Piñeiro elegía ese micromundo impostado y huidizo para pedirle cuenta a un escenario nacional lleno de arrebatadores. Lo que podía haber sido una incisiva pintura sobre ese espacio, acaba resultando una crónica cuidada, pero distante y liviana. La puesta en escena parece mimetizarse con las pesadas ambientaciones de un mundo de pura apariencia.

Le falta una mirada más intensa y comprometida, mayor espesura dramática, personajes más ricos. Arranca con un terrible hecho policial: tres de esos maridos que convierten en viudas reales a viudas virtuales, aparecen muertos en la piscina de una casona. Y a partir de allí el filme vuelve para atrás para contarnos quienes son y por qué se llegó a este desenlace. Pero es tan chirle la mirada que el suceso policial se olvida pronto. No hay suspenso. Al espectador le cuesta imaginar que esos tipos que andan jugando al tenis y hablando de nada, estén a punto de desaparecer.

Y el filme no logra entrelazar el hecho policial con la indagación costumbrista, jugar con los contrastes, explicarnos mejor las intimidades de esas parejas que mezclan desgano, violencia, envidia, frigidez y lesbianismo. Aunque está bien la pintura de esos hijos fantasmales que buscan evadirse de ese mundo de utilería acudiendo a las formas más groseras de lo real. La otra Argentina, nos dice Piñeyro, estaba allí, en la TV, en ese guardia aprovechador, en la manera casi solapada con que la actualidad entraba en puntas de pie a esas casonas tan protegidas y tan vulnerables. Piñeyro, más que meterse dentro de ese mundo, parece limitarse a espiarlo desde el cerco.

La novela cobró fuerza porque cuando salió, otras señoras de barrios reales habían sido asesinadas. Si hasta surge el recuerdo de Nora Dalmasso cuando Boyto ciñe el cuello de su esposa para mejorar su accidentado amor. La falta rigor y fuerza se nota en el trazado de cada personaje y en la dirección de actores. Sólo Leonardo Sbaraglia y Gabriela Toscano aportan intensidad. Echarri, fuera de rol, expone sus limitaciones y Juanita Viale, una recién llegada (al cine y al country) pasea impávida sus dudas entre un esposo que la maltrata y una vecina que la desea.

Pero no es una película descartable. Piñeyro, un profesional de seguro oficio, viene a decirnos que en ese ámbito hasta la muerte es parte de una realidad producida donde la vida parece acomodar sus gestos a la monótona vaguedad de un falso transcurrir, con muchos negadores y poco sentimiento. (*** BUENA). Cinemas City y Paradiso.

Fuente: El Día

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