viernes, 4 de septiembre de 2009

El fantasma de una película “desaparecida”

HISTORIETA › SE EXHIBEN DOS PELICULAS INCUNABLES SOBRE TRABAJOS DE OSKI Y CALE

Por Fernando Birri

Lo que ustedes van a ver, más que un film, es su fantasma. Porque cuando llegaron los terribles años de la dictadura argentina, así como desaparecieron personas, desaparecieron libros y películas. Y de La verdadera historia de la primera fundación de Buenos Aires no había podido hacer copias cuando la terminamos, cosa que generalmente hacía, ni mandar el duplicado en negativo fuera de la Argentina, que es la razón por la cual se pueden seguir viendo. Pero en ese caso no habíamos podido hacerlo, entre otras cosas por motivos económicos. Por lo tanto, había sólo dos copias, que se pasaron mucho porque la película tuvo un premio famoso en la Argentina en su momento, el Premio Nacional de las Artes. Entonces se vio mucho y las copias quedaron como papel picado. Habíamos conseguido hacer una copia en blanco y negro, pero que prácticamente no es ni una tercera parte de la película, que además fue hecha en colores. El cuadro de Oski que filmé era en colores, así que, personalmente, no quería ni ver esa copia. Pero sabía que había quedado una copia más en la Argentina.

Cuando volví, después del segundo exilio, en 1985, busqué la copia, que había quedado en casa de mi hermana Mirta. Faltaba el tercer rollo, con lo cual consideré que la película estaba prácticamente desaparecida, como los libros y las personas. Pero hablé con León Ferrari y le pregunté si podía ir a ver en su vieja casa, a la que él no había vuelto. Durante la dictadura se la habían destrozado y él se había ido a Brasil. “Si querés, acá están las llaves, yo no voy”, me contestó. Fui con su hermano menor, abrimos la puerta de la casa, y estaba como la habían dejado esos canallas: los vidrios rotos, cortinas por el suelo, papeles, vidrios... De pronto vi en el suelo una lata de película. Era el tercer rollo. Increíblemente, la película estaba intacta.

La copia completa casi no se había pasado. Me la llevé a Italia y busqué la manera de reproducirla, pero es muy difícil, cuesta mucho, de manera que la película durmió casi quince años en que los que no quise pasarla, esperando que se pudiera hacer una operación de rescate. Hasta que entró lo formidable de la era contemporánea en ese aspecto: se hizo una copia digital, se le volvió a dar el color, se le limpió el sonido. Parecerá una exageración, pero es mejor la copia que la original. El mito de los originales, en este caso, no se sostiene. Por eso digo que es como un fantasma: casi medio siglo después, una película que se creía desaparecida vuelve a aparecer, vuelve a poder ser vista y escuchada.

Cuadritos históricos en movimiento

Este viernes se celebra el Día de la Historieta y en la Biblioteca Nacional se iniciará un ciclo de cine con La verdadera historia de la primera fundación de Buenos Aires, de Fernando Birri, y el cortometraje Buenos Aires en camiseta, de Martín Schor.

Por Ana Bianco

El 4 de septiembre de 1957 apareció por primera vez El Eternauta, de Héctor G. Oesterheld, detenido y desaparecido por la última dictadura, por eso resulta natural que ése sea el Día de la Historieta. Por eso, también resulta natural que la Biblioteca Nacional y la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip) hayan programado un ciclo de cine durante los cuatro viernes de septiembre, desde las 15 y con entrada gratuita, en Agüero 2502, que significa un rescate de dos figuras centrales de la historieta argentina. En la función de mañana a las 17, el secretario de Cultura Jorge Coscia hará la presentación de La verdadera historia de la primera fundación de Buenos Aires, película realizada en color sobre un cuadro del artista “Oski” (Oscar Conti) que incluye unos quinientos personajes. Basada en la crónica de Ulrico Schmidl junto a Don Pedro de Mendoza en la expedición en 1535 al Río de la Plata, la obra –premiada en 1959 con el Premio Nacional de las Artes– representó a la Argentina en ese mismo año en el Festival de Cannes.

El programa continuará con Buenos Aires en camiseta (1963) de Martín Schor –hermano del fallecido realizador Simón Feldman–, quien capturó a través de dibujos en blanco y negro el espíritu de uno de los grandes dibujantes y humoristas gráficos de la Argentina: Calé. Ese era el apodo y sello de un gran historietista de gente común, personajes desdentados y con peinados raros, que volcaba minuciosamente en sus trazos y textos en Rico Tipo, y traspasaba con ironía una mirada arquetípica de los porteños en los años ’50 y ’60. En charla con Página/12, Schor y María Ester Pérez de del Prado, albacea de la obra de su marido, transmiten su visión del film –que el historietista no pudo ver terminado– y comparten en el presente un documental, actualmente en proceso de edición, que resignificará a Calé.

–¿Tenía una relación personal con Calé antes de filmar?

Martín Schor: –Ninguna. Pero leía su historieta Buenos Aires en Camiseta en Rico Tipo y me preguntaba: “¿Cómo sabe este tipo lo que pasa en mi barrio y en mi casa?”. En la revista me dijeron que Calé no trabajaba hacía rato y me dieron su dirección con un encargo: cuando lo encontrara, tenía que decirle que se diera una vuelta. Fui a su casa, me atendió María Ester, su esposa, y me enteré de que su marido estaba escondido, que no quería recibir a nadie; estaba cansado de dibujar y la situación política de la Argentina lo afectaba. Fue tres meses después del golpe del ’62. Al mirar los dibujos me di cuenta de la relación que tenía él con la realidad del país. En sus dibujos subyacentemente hablaba de los pobres y de la clase media baja que nunca recibía nada, que no se podía ir de vacaciones ni comprar regalos a sus chicos. El representaba al hombre común.

María Ester Pérez de del Prado: –Calé era cada vez más exigente, estaba rodeado de gente del ámbito cultural, escritores y músicos, y eso le pesaba. Hacía bocetos y más bocetos y después calcaba sus propios dibujos para no retocarlos. Buscaba la perfección en el dibujo, se pasaba noches enteras sin dormir y fumando cigarrillos baratos. Cuando en 1994 vinieron a filmar del Ministerio de Cultura de la Nación, les mostré los bocetos y quedaron impresionados del proceso hasta llegar a un dibujo. Los hacía en papel transparente porque no quería retocar.

–¿Cómo vivió Calé la filmación del cortometraje?

M. S.: –Empezamos a trabajar con los originales, que eran grandes, y además él consolidó alrededor de ocho estilos a lo largo de diez años. El último estilo era extraordinario, no podía realizar un corto de 20 minutos con todos los estilos. La película no es didáctica, cuenta la vida de la gente a través de los dibujos de Calé. Tuve que empujarlo porque él no quería volver a dibujar, pero terminó y pude filmar. Estuve seis meses mirando cerca de 5 mil dibujos y pude elegir un principio, un final, y decidir cómo los iba a usar. Les di un orden a los dibujos que estaban todos desperdigados, eliminé los textos y los globitos, que en el corto nadie podría ver, y usé la voz en off de un locutor, Jorge Raúl Baltallé, quien a su vez hacía las voces de todos los personajes.

M. E. P.: –La película era un trabajo más. El le estaba escapando al dibujo, pero yo le decía: “Te está esperando Martín”. El (Schor) empezó a venir más seguido y se comía unos buenos plantones esperando en la puerta de casa que Calé empezara a ponerse en marcha, porque era medio “lenteja” para caminar y para todo. El corto se hizo por la paciencia de Martín.

–Schor, ¿cómo se las arregló para darle movimiento a los dibujos?

M. S.: –En enero del ’63 filmé dos semanas. El problema es que en este tipo de dibujos con líneas blancas y negras la cámara no logra la percepción y se produce un fillage, un temblequeo. Lo consulté a Birri, quien había filmado La primera fundación de Buenos Aires en color con dibujos de Oski, y él me mandó a verlo a León Ferrari a Castelar, para pedirle la mesa que él había usado para filmar. Ferrari la había armado en su taller en un tablón enorme de dos metros, para poner los dibujos. La cámara estaba montada en dos rieles con patines e iba y venía hacia adelante y hacia atrás. Para la toma vertical no había problema; para la horizontal, los movimientos los hacía el tablero. Ferrari me armó la mesa y la llevamos a un estudio; había dos pibes que manejaban los rulemanes para mover el panel de madera que se apoyaba y se movía. Adelqui Camusso, que hacía la luz y manejaba la cámara, decía: “¡Ya!”, se paraban todos y la imagen quedaba perfecta. Calé llegó a ver la película muda.

–En los créditos aparecen figuras del tango como Horacio Salgán, Astor Piazzolla y Aníbal Troilo, entre otros. ¿Cómo dio con ellos?

M. S.: –Por Calé. Elegimos los temas con el sonidista y musicalizador del corto, San Salvador Viale. Calé me mandó a verlo a Troilo, a Piazzolla y a Eduardo Rovira para pedirle autorización para usar su música. “A Salgán ni vayas a verlo porque es un amigo y no habrá problemas”, me dijo. Me pregunté cómo conocía a esas figuras del tango, porque nunca hablábamos de música...

M. E. P.: –Mi hermano, Roberto Pérez Prechi, era bandoneonista de Osvaldo Fresedo y un arreglador muy reconocido. Con Calé frecuentaban el Bajo y los cabarets. Calé ya era amigo de Piazzolla, de Salgán, de Leopoldo Federico. Admiraba tanto a Horacio Salgán que fue su representante, aunque Calé no servía para representar a nadie.

–Schor, ¿en qué etapa se encuentra su documental Calé: Buenos Aires en camiseta?

M. S.: –Intento mostrarlo en su época y demostrar que fue un visionario. Empecé el proyecto en el 2003, obtuve el crédito del Incaa y estoy editando a pleno desde el 2006. Las películas de historietas que se filmaron, incluidas las norteamericanas, tienen un 10 por ciento de historieta y 90 por ciento de gente hablando. Filmar dibujos presenta complicaciones técnicas. Y encima me metí con Calé, que en lugar de tener dos o tres personajes que lo caracterizaran, desplegó una cantidad de dibujos que representan a una infinidad de personajes.

Fuente: Página 12

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