viernes, 18 de septiembre de 2009

La ciencia más inútil está de regreso

Sede argentina. De izq. a der.: Pablo Vladimir Andralis (máscara de Anteojito), Eva García, Ignacio Vázquez, Rafael Cippolini (Hombre Lobo) y otros patafísicos.

Fernanda Nicolini

Jornadas patafísicas en el malba

Con mucho esfuerzo se ha intentado que no sirva para nada. Vanguardia artística y literaria europea de la segunda posguerra, tuvo una sucursal en la Argentina, que se ha vuelto más vital que nunca en estos días. Alfred Jarry, su inspirador, ríe desde la tumba.

La ‘Patafísica (sí, con apóstrofo) es tan pero tan seria que da mucha risa. Aunque, a decir verdad, es tan pero tan poco seria que desconcierta. El venerado precursor Alfred Jarry la definió, en su obra Gestos y opiniones del Doctor Faustroll, patafísico, como la ciencia de las soluciones imaginarias. Pero, ¿para qué sirve la patafísica? “¡Absolutamente para nada! Lo cual implica grandísimos esfuerzos ya que, invariablemente, sucumbimos a la tentación de adjudicarle alguna utilidad. Es más: se la podría definir como una exploración exhaustiva de la inutilidad, pública o privada, real o imaginaria”.

El que lo dice es Rafael Cippolini, máxima autoridad del resurgido Liaepba (Longevo Instituto de Altos Estudios ‘Patafísicos de Buenos Aires), quien ostenta el cargo de Admirable Nababo, es responsable de la compilación del exquisito libro ‘Patafísica (epítomes, recetas, instrumentos y lecciones de aparato) que se acaba de editar por Caja Negra y el agitador de las Jornadas ‘Patafísicas Universales en Buenos Aires que se desarrollan hasta el 24 de septiembre (se puede ver la programación en www.malba.org.ar).

¿No se entiende nada? Trataremos de explicar de qué se trata esta ciencia de las excepciones, que está más allá de la metafísica como la metafísica lo está de la física, que funciona como una máquina para explorar el mundo y que, en definitiva, es un gran juego de burla intelectual. Como alguna vez Boris Vian lo resumió en un entrevista radial: “Pensar en cosas que pienso que los demás no pensarán”.

El colegio de allá. París, 11 de mayo de 1948. Se funda el Colegio de ‘Patafísica como una parodia del prestigioso Collège de France. El andamiaje se monta sobre la obra de Jarry, ese autor genial, caótico, opiómano y alcohólico que se reunía con poetas simbolistas y deambulaba por París con dos armas descargadas; que creó al polimorfo Ubu inspirado en un profesor de física del Liceo y que luego de su muerte en 1901, a los 34 años, sería tomado como precursor del surrealismo, el dadaísmo y el absurdo.

Pero, por sobre todo, Jarry funcionaría como piedra fundamental del Colegio ‘Patafísico: el 8 de septiembre de 1873 –día de su nacimiento– se convierte en punto de partida del calendario patafísico (que tiene trece meses con nombres como Ha-Ha, Descerebramiento, Pedal y Mierdra) y su personaje Faustroll es nombrado máxima autoridad. Además, la saga de Ubu sería excusa de digresión, como lo serían las cátedras de ciencias inútiles que llevan por nombre, por ejemplo, Patafísica aplicada. Blablabla y Meteología o Pedología y Adelfismo.

Imán irresistible para quienes quisieran integrar alguna vanguardia de posguerra, el Colegio tuvo (o tiene) entre sus miembros a Raymond Queneau, Eugène Ionesco, Jacques Prévert, Joan Miró, Man Ray, Duchamp, Max Ernst, Ergé (el perro de Prévert), Umberto Eco y Dario Fo, entre otros, quienes accedieron a los cargos de sátrapas, proveedores o regentes.

París, 17 de diciembre de 1973. El tercer vicecurador del Colegio, su magnificencia Opach, decide el ocultamiento de la institución hasta el año 2000 (nunca se supo de qué calendario; finalmente y para alegría de muchos, se eligió el vulgar, si no habría que haber esperado 1.500 años más). Según la teoría de Cippolini: “Opach seguramente experimentó la fatiga de la sobreexposición y decidió un cuarto de siglo sin agitaciones inútiles”.

La patafísica no es sólo francesa. Buenos Aires, 6 de abril de 1957. Juan Esteban Fassio, Jesús Borrego Gil, Álbano Rodríguez y su mujer, Eva García, se reúnen en una típica casa chorizo porteña con el propósito de crear el primer instituto patafísico fuera de Francia. Vinculados con el grupo surrealista de Aldo Pellegrini, el entusiasmo se les había despertado cuando uno de ellos leyó sobre el colegio de patafísica en una revista francesa y pidió permiso a la casa central para abrir una sucursal. Al poco tiempo, empezaban a colaborar con Viridis Candela, la revista del Colegio, y llamaban la atención de muchos de los intelectuales de moda: desde Oliverio Girondo hasta Witold Gombrowicz. Incluso Julio Cortázar se encandilaría con la patafisica al enterarse de que Fassio estaba armando una máquina para leer Rayuela (la invención de máquinas imaginarias es otro punto fuerte de esta ciencia de las ciencias).

Pero, a decir verdad, todo (re)comienza con Eva: el instituto porteño, tan fructífero en delirios y que siguió vivo durante el exilio de varios de sus miembros, se fue apagando al tiempo que sus fundadores mueren y a mediados de los ochenta entró en letargo. Eva “Mentora” García –pintora, ajedrecista, poeta y pianista– se quedó con su gran biblioteca y su saber patafísico ocultos –como en ese entonces lo estaba la ‘Patafísica– en un monoambiente del Bajo porteño. Hasta que por una casualidad (familiar), Cippolini la descubre. A partir de ahí empieza el desletargamiento del instituto patafísico más longevo del mundo, que volvería a la visibilidad en 2002 con un acto en una terraza bajo el mantra de Eva Mentora: “Sean felices y no piensen, el pensamiento es una Mierdra”.

Palabras del Admirable Nababo del Longevo Instituto

Habla el Admirable Nababo del Longevo Insitituto de Altos Estudios Patafísicos de Buenos Aires (Liaepba), Rafael Cippolini:

–¿La patafísica cobra nuevo impulso?

–Quizás una nueva visibilidad. Es como si todo el resto del mundo se hubiera puesto anteojos de repente. Siempre estuvimos donde estamos, a veces entregados a extensas siestas (toda otra ciencia).

–¿Quiénes son los referentes locales más patafísicos?

-¡Hay tantos y tan ejemplares! Si no fíjese en Max Cachimba, en Alan Courtis, en Francisco Garamona, en Damián Tabarovsky, en los Faulduos (un hallazgo en plural), en Mario Gemín, en Fabio Kacero, en Mariana Chaud, en Luisa Valenzuela, en Delius y, por sobre todo, en sabios como Pablo Vladimir Andralis e Ignacio Virgilio Vázquez Le Monstre, vivos monumentos a la Ciencia del Doctor Faustroll.

–¿Cuál es la situación del Instituto Patafísico de Buenos Aires?

–Pronto festejará sus primeros 19.141 días, el Liaepba atraviesa uno de sus más activos períodos. Como siempre, es un instituto ortodoxamente patafísico y autártico. Para contactarse con sus miembros no hay más que escribir a ububa137ep@gmail.com. Tan simple como eso.

Fuente: Crítica

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