jueves, 3 de septiembre de 2009

Los caminos de Discépolo

DISCEPOLO ES UN CLASICO QUE SE ASOCIA A LA SENSIBILIDAD ACTUAL, DICE CACACE.

TEATRO: ENTREVISTA A GUILLERMO CACACE

Habla de su puesta de "Stéfano", que ganó gran cantidad de premios, y de su versión de "Babilonia".

Por: Susana Villalba

Guillermo Cacace recibió el premio Trinidad Guevara por su dirección de Stéfano; también el María Guerrero, Teatro del Mundo y otros premios o nominaciones, así como Raúl Ramos fue multipremiado como actor por esa obra. Mientras con esta versión fiel Cacace muestra la vigencia de Armando Discépolo, presenta paralelamente una versión de Babilonia reescrita y contemporánea. "A Stéfano no le falta nada, mi único problema como director es lograr que suceda, encontrarle las acciones. Era una deuda conmigo, desde la primera vez que uno lee a Discépolo y tiene ganas de hacerlo. Pero Babilonia, aunque también tiene una estructura dramática impecable, me resulta ingenua para el desgarramiento que hoy tiene lo racial y las migraciones obligadas. Me interesaba mucho encarar esto; porque percibo cotidianamente el miedo al vínculo con el otro, que que está estigmatizado como el extranjero.

El proyecto fue hacer las dos obras, desde que iniciamos el trabajo en el estudio teatral Apacheta con otros actores, porque Discépolo se asocia a nuestra sensibilidad. Y a mi manera de concebir el teatro: apela inmediatamente al cuerpo. Hay una animalización del cuerpo, de la persona que desesperadamente trata de aferrarse a un rayito de luz en esa gruta a la que remite el grotesco; y no es que cuando cae la máscara social aparece el rostro como dicen los estudiosos: para mí aparece la nada. Lo grotesco habla de nosotros sin forzar un mensaje, sin especulaciones; Stéfano habla por sí sola y conmueve. Además, coincidió con la muerte de mi padre; siempre monto la obra hasta el final y luego trabajo los detalles; pero en este caso me resistía a la última escena. Cuando viajé a España a escribir mi versión de Babilonia, fui también a Italia a conocer a los Cacace que quedaban allí."

Se refiere este director (que se define como un actor que dirige) a que obtuvo el apoyo Iberescena con el que fue a Barcelona a encarar su propia Babilonia: Sangra, se titularía esa versión. Sangran los estallados en el 2001, los que fueron a pucherear o a hacerse la América a la inversa, lúmpenes en una Babel en la que además de razas se revuelven las clases sociales y las ideologías, ya nada es blanco o negro, rumanos ricos después de la caída del muro, catalanes otrora silenciados por Franco ahora aliados a la riqueza, todos descargando la desgracia propia hacia el último nivel: la ecuatoriana llamada bolita o paraguaya o peruana. "El monólogo de ese personaje, Marina -cuenta Cacace-, es uno de los testimonios reales que escuché allá. Primero improvisé acá con los actores y con los roles ya más o menos definidos me sentaba después en Barcelona a organizar el material, además de recorrer barrios de inmigrantes guiado por un amigo; vivía en un piso de argentinos, así es que escuché a muchos y la sensación que me dejaron fue tan contradictoria como se percibe en la obra. Además, mi idea es que no se hace presente el estrato responsable de esa opresión en la que todos se enfrentan. Les propuse a los actores trabajar la idea de los piquetes, cómo se pelea el que va a trabajar y queda varado, mientras el verdadero culpable no está ahí".

La única presente de los ricos es la hija, que según Cacace es una víctima más pero a la vez utiliza estrategias del poder como la seducción, como la Julia de Strindberg, de la que toma el nombre y otros elementos. Habla en catalán, reforzando así que "tenemos que tratar de entender al otro o aceptarlo, aunque nos resulte desconocido". También como autor Cacace se considera actor así es que pidió supervisión a Mauricio Kartun. "El prefería la fuerza dramática de comprender lo que ella cuenta: que su madre murió al ser asaltada por un extranjero, pero preferí agudizar una Babel de lenguas. Por lo mismo el padre es rumano, al incluir Europa del Este la babelización se universaliza".

Fuente: Clarín

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