viernes, 25 de septiembre de 2009

Un disco verdaderamente maldito

La tercera es la vencida. Aun los más escépticos creen que esta vez se concretará la tan postergada presentación de las canciones de su álbum de 2008, Maldito tango.

LA DEMORADA ACTUACIÓN DE MELINGO EN BUENOS AIRES

Hace un año Daniel Melingo lanzó un nuevo álbum pero sus conciertos se fueron postergando. Este viernes por fin lo presenta en el ND Ateneo. Andrés Casak.

En forma paradójica, el álbum Maldito tango terminó transformándose en un disco realmente maldito. Primero, porque Daniel Melingo hizo al revés de los mandamientos de la industria discográfica, que obligan a presentar el trabajo poco tiempo después del lanzamiento: cantó los temas en agosto de 2008, antes de que estuviera en las bateas, durante el Festival de Tango, cuando nadie conocía el material. Luego, los siguientes intentos quedaron truncos: un ciclo interrumpido en el Faena (“fueron razones de fuerza mayor”, desliza misteriosamente) y un concierto que quedó postergado en invierno por la gripe A. ¿Será esta vez la vencida? La presentación se anuncia para mañana, a las 21, en el ND Ateneo.

Entre tantas postergaciones, Melingo no se quedó de brazos cruzados. Es más: ya está en otros proyectos. Prepara una serie de tangos rebéticos, basados en un viaje a Grecia, tierra de sus ancestros, desde donde trajo instrumentos tradicionales como el busuki, y se puso a trabajar sobre los textos carcelarios del poeta Luis Alposta. Y viene de meses de actuaciones a lo largo y a lo ancho de Europa, donde se afirma con circuito propio por Alemania, Noruega, Italia, Francia, Portugal, Finlandia y Austria.

Por eso la presentación de su disco Maldito tango funciona más como una asignatura pendiente que como una auténtica novedad. Por cierto, es un trabajo que mantiene el espíritu de sus anteriores álbumes de tango, con poesías de Carlos de la Púa, Dante Linyera, Celedonio Flores y Luis Alposta musicalizadas por él. Es una elección original, sin el atajo de las obras clásicas ni de los letristas consagrados. “Son cuestiones de gusto”, asegura Melingo. “Hubo un movimiento paralelo al mainstream con genios oscuros que escribieron otros tangos y que en general no fueron populares. Ésa es la variante que me interesa”.

El CD en cuestión tiene muy buenos pasajes: el contagioso chamamé autobiográfico “Julepe en la tierra”, la densidad mezclada con humor negro de “Cha digo!” y la pieza sobre el asesino serial Cayetano Santos Godino, conocido como “El Petiso Orejudo”, que incluye como bonus una versión remixada. Para Melingo, el verdadero avance estuvo en su rol como intérprete. “Tomé muchas clases de canto lírico para aprender a respirar y a respetar los vibratos, porque el tango es una música compleja y difícil de entonar, con una tradición totalmente diferente a la del rock”, reflexiona.

A los 51 años, con una historia familiar vinculada al tango y un pasado rockero, de la mano de grupos como Los Twist, Los Abuelos de la Nada y Lions in Love, él sigue adelante con esta vuelta de tuerca entre oscura y tragicómica: tangos que de tan dramáticos se vuelven tiernos, dichos en lunfardo por una voz tenebrosa. Una propuesta singular cuyo punto culminante está en los conciertos, con una performance imprevisible, en la que hay ecos de sus épocas de trajinar escenarios del under. “En vivo, utilizo elementos del teatro musical que aprendí con Las Bay Biscuits”, admite. “A veces dicen que me pasé del rock al tango. Pero no es así: las dos cosas van juntas”.

–Pero, a diferencia de Omar Mollo, no alterna entre conciertos de tango y de rock. ¿Por qué?

–Yo no abandoné el rock. Lo hago de un modo aficionado con mis amigos, como Pity Álvarez o Joaquín Levinton. Lo que pasa es que esos encuentros no se promocionan, porque estoy volcado profesionalmente al tango.

–En el disco cantó con Pipo Cipolatti. ¿Es posible que rearme alguna de sus viejas bandas?

–Los Twist tocan cada tanto, así que no me interesa volver con un grupo que nunca se fue. Y con Lions in Love siempre hay proyectos. Pero mis discos solistas me insumen mucha energía, porque no soy un abanderado del tango clásico. Yo escribo mis propios tangos, los orquesto y los interpreto. Eso lleva mucho tiempo y no deja rato libre para otra cosa.

–¿Qué opina de los permanentes regresos de grupos de rock?

–Puedo hablar desde mi experiencia. Yo siempre fui de un lado para el otro. En los 80 me apasioné con el rock y en los 90 me agarró fuerte el tango. Siento que mi motor es la inquietud. Trato de mirar para adelante, no hacia atrás.

Fuente: Crítica

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