lunes, 14 de septiembre de 2009

Una charla libre con Luis Eduardo Aute con su 66 cumpleaños como excusa

La palabra, el color, el amor, los miedos y la realidad latinoamericana según el artista que nació el 13 de setiembre de hace 66 años, en Manila. Es uno de los mayores poetas que se hayan puesto a cantar en castellano; así al menos lo siente su público, y colegas de la talla de Serrat, Silvio Rodríguez y Joaquín Sabina.

Nació el 13 de setiembre de hace 66 años, en Manila. Es uno de los mayores poetas que se hayan puesto a cantar en castellano; así al menos lo siente su público, y colegas de la talla de Serrat, Silvio Rodríguez y Joaquín Sabina. Su relación con el arte se definió rápidamente por la pintura –a los 17 hizo su primera exposición individual en la Galería Alcón, de Madrid–, con escarceos cinematográficos en los que insistió durante toda su vida desde 1961, cuando escribió su primer guión. Sin embargo, es conocido en toda hispanoamérica por su vasta obra musical. A 40 años de su primer disco, Luis Eduardo Aute publicó Memorable cuerpo, una edición que incluye siete CD, un DVD doble con dos conciertos, un libro de 84 páginas con fotos y reproducciones gráficas del artista y una "boligrafía", firmada por el autor.

Aute pertenece a esa estirpe de juglares para quienes la palabra es un ardiente oficio que combina la siembra con el vuelo. Lo suyo no es el estribillo fácil ni la melodía pegadiza. Es la palabra desnuda que arde sin ecos. Sus canciones son intimistas, no cavan trincheras en la tierra sino en la sensibilidad. No multiplica palabras innecesariamente. En sus canciones, las palabras son joyas sin nombre ni codicia. Sus versos están empapados de belleza hasta la médula: "Duermo borracho de cielo / sobre tu barro entrañable, / cuerpo de incienso caliente / y penitencias salvajes, / duermo en tu tierno milagro / de peces y minerales" (“Barro entrañable”); "La noche era una llama, / la luna estaba tierna, / agosto era un suspiro / de cálidas estrellas" (“El universo”); "Oculto a tus espaldas, /el sol levantaba un altar. / La luna en tu pupila / era una perla flotando en el mar" (“Prodigios”).

Una de sus canciones fue contestada por Paul Mc Cartney a través de los temas más clásicos de Los Beatles. La historia es así. Aute grabó "Aleluya" en 1967. La canción se tradujo a muchísimas lenguas, incluyendo una adaptación al inglés que tuvo un gran éxito en Inglaterra y los Estados Unidos. Su título en inglés era "Who will answer". Planteaba una serie de preguntas y el estribillo decía: "quién responderá". Mc Cartney retomó los planteos de Aute y dijo: "There will be an answer let it be" (habrá una respuesta, déjala ser). Lo que "Aleluya" preguntaba, lo respondió "Let it be".

–Hablemos de Memorable cuerpo, ese vastísimo mural hecho de diversos materiales, diferentes hilos que se entrecruzan formando la trama de su vida...

–El título es un homenaje al poemario erótico de Paul Eluard, Corps memorable. Y como la "caja" que reúne esas 115 canciones es algo así como un "cuerpo de memorias", pensé que Memorable cuerpo era el título más adecuado. Los DVDs contienen diversos conciertos en Barcelona, Madrid y otro hecho en estudio. Incluye una "boligrafía": un dibujo hechos a bolígrafo.

¿Qué nombres, qué recuerdos, qué libros, qué músicas, son para usted Argentina?

–Borges, Cortázar, Sabato, Yupanqui, el Che... Gardel, Discépolo y muchos más, con sus libros y músicas y revoluciones correspondientes.

¿Y España?

–La lista sería exhaustiva... desde Cervantes hasta García Lorca pasando por Velázquez, Goya, Picasso, Buñuel, Falla, Albéniz, tantos.

Lo atrae mucho Latinoamérica. Hay cosas que evidentemente están cambiando en estas tierras. ¿Cómo ve estos cambios?

–Latinoamérica está pasando por su mejor momento político–histórico. Por primera vez en la historia una gran mayoría de países latinoamericanos tienen gobiernos de izquierda, unos más moderados, otros más radicales, pero todos con la idea clara de que el continente es un barco que hay que construir entre todos. Es un continente enorme, riquísimo, multi–cultural, multi–étnico, con una lengua común (en Brasil el español es lengua obligatoria) y con ideología. Así como el llamado Occidente es, manifiestamente, un barco que se hunde, sin rumbo ni proyecto, que todavía se mantiene a flote gracias a los "parches" financieros a la desesperada, el barco latinoamericano se está construyendo y, además, con un proyecto común.

Hace poco, en Cuba le otorgaron una distinción oficial. Por su parte, muchas veces manifestó estar enamorado de la isla. Silvio Rodríguez, Fidel castro, sólo dos nombres, ¿qué resonancias tienen para usted?

–Silvio es un hermano que, además, es la voz más importante en la canción contemporánea escrita en español. Primero es un poeta, después ser humano y luego músico. Donde está su poesía hay magia. Fidel es un personaje histórico fundamental en Latinoamérica. Marca un antes y un después, con la Revolución cubana, en el devenir político, social y cultural del continente, con todas sus luces y todas sus sombras.

–¿Se sigue sintiendo más cómodo en su estudio de pintor que sobre un escenario?

–Sí. No sólo no superé el miedo escénico, sino que con los años esa angustia va a más. Los años aumentan el desasosiego, sólo que se aprenden una serie de recursos para controlar ese pequeño vértigo.

–En Tríptico de luces y sombras, homenajea a Velázquez y Goya. ¿Los compara?

–Velázquez pintó el aire; Goya, su ausencia. Uno enunció la realidad, el otro la denunció. Uno retrató a la Corte; el otro, la maltrató. Velázquez reflejó los espejos; Goya, reflexionó sus espejismos. Velázquez es Dios. Goya, su muerte.

–Hay un tercer homenajeado en la canción: Picasso. ¿En la genealogía de cuál escribiría su nombre?

–¿Por qué tendría que elegir? En la de los tres, por supuesto.

–¿Cuál es su búsqueda en el terreno de la pintura?

–El cuerpo y el alma del ser humano. Lo que más me interesa es el ser humano: ese gran universo desconocido.

–¿Qué cosas encuentra en la pintura que no le da la música?

–Lo que no sé expresar con imágenes porque se me queda corto el lenguaje plástico, lo expreso con palabras y música que son el complemento de las imágenes. La música es muy emocional, va directo al nudo de las emociones y, en segundo lugar, a las neuronas. Primero, toca los sentimientos y después las ideas. En cambio, la pintura es más racional, menos emotiva. No toca las fibras de las emociones, toca el circuito de la imaginación.

¿Y el cine?

–El cine resuelve ese problema. Por eso creo que el cine es, de todas las artes, la más completa e integradora.

–¿Qué película suya piensa que lo representa mejor?

–Supongo que Un perro llamado Dolor.

–¿Podría nombrar tres películas para enamorar a alguien con el cine?

–Cantando bajo la lluvia, de Donen; La pasión de Juana de Arco, de Dreyer, y 2001, una odisea en el espacio, de Kubrick. Y una más: Simón del Desierto, de Buñuel.

¿Qué cosas le siguen haciendo sentir, para usar palabras suyas, "el arrebato de vivir"?

–Escuchar a Beethoven, ver Las Meninas de Velázquez, leer a Shakespeare, el estado de enamoramiento y una hermosa puesta de sol.

Decía León Felipe, que "la poesía es un derecho del hombre / a empujar una puerta, / encender una antorcha, / a despertar al capataz / con un trueno,/ o con una blasfemia", ¿qué más es la poesía?

–Cruzar el otro lado del espejo y, desde allí, saltar al vacío de la más luminosa noche: la reflexión.

–Hay una preocupación poética muy marcada en todo lo que hace...

–La poesía es el mito a alcanzar, lo que nos hace traspasar el espejo para transgredir la realidad. La obra de arte tiene ambición poética o no es nada.

–Imagine que hay una calle que no figura en los planos de ninguna ciudad. Va caminando por ella y se cruza con Atahualpa Yupanqui, ¿qué le diría?

–Gracias por seguir caminando, Maestro.

En esa calle hay un bar; en el bar, una mesa, "la mesa de los sueños", ¿a quién sentaría a esa mesa para tomar unas copas y conversar?

–A Cristo.

–¿Le diría aquello que escribió en La catedral de los tiranos: "Lo malo de las verdades como templos es que, con el tiempo, se convierten en verdades como puños y pistolas"?

–Es que el peor enemigo de Dios es la Iglesia. Todo concepto tiene su contrario, y el de Dios es el Papa.

–Nietzche decía que "la mujer es el juego más peligroso". Usted jugó y cantó mucho a ese juego, ¿quedan muchas cicatrices?

–Muchas más de las esperadas.

–¿Cree que los amores necesariamente duran poco, o hay grietas para escaparse de esa fatalidad?

–Los amores pueden durar mucho, porque pueden ser muchos y ligeros. Decía Brigitte Bardot: "Cada vez que me enamoro, creo que es para siempre". Otra cosa es el enamoramiento: profundo y fugaz. En todo caso creo que el erotismo es un estado emocional fascinante, y que hay que degustar poco a poco. Nunca devorarlo con prisa.

–Woody Allen, en Manhattan, hace una lista de cosas por las cuales vale la pena vivir. ¿Puede elegir una?

–Vivir en plenitud la maravillosa experiencia de amar

Fuente: Diagonales

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