lunes, 14 de septiembre de 2009

Una destacada experiencia de butoh

La creadora Quío Binetti conmueve con sus movimientos y despierta una profunda experiencia en La aurora

La aurora . Intérprete y dirección general: Quío Binetti. Asistencia creativa: Diego Lozano. Asistencia general: Rocío Salmoiraghi. Colaboración en arte: María Ester Joao. Diseño sonoro: José Binetti. Vestuario: Paola Delgado. En Beckett Teatro (Guardia Vieja 3554). Domingos, a las 19. Duración: 35 minutos.

Nuestra opinión: Muy buena

El espacio escénico del Beckett se torna de una profunda inmensidad. En un extremo, muy cerca de la platea, la intérprete desanda una historia muy personal. Sus movimientos son mínimos, su rostro se transforma de continuo y sus actitudes, todas, conmocionan los sentidos.

Quío Binetti está parada sobre un círculo de sal y unos pocos haces de luz permiten observarla. La imagen es sumamente bella, la energía de su cuerpo genera en quien la mira un estallido de sensaciones que no será fácil ordenar. Seguir a la bailarina de butoh obliga a dejarse estar e ingresar en su mundo: oscuro, violento, convulsionado pero que busca la tranquilidad; una paz que finalmente llegará para ella pero no para el espectador.

Una segunda instancia se abrirá luego. La luz aumenta, la intérprete hace un trayecto hacia una zona donde el reposo parece modificarla, es que el sol ha asomado. Pero no se puede escapar del destino, las sombras del pasado vuelven a conectarla con ese pequeño territorio salino y todo volverá a empezar. Las huellas marcadas en la tierra son muy fuertes y parecen determinantes. Su identidad es única e inmodificable.

La aurora asomó y conmocionó la vida. Algo ha debido renovarse en el espíritu. Ese pequeño ritual de Quío Binetti no puede pasar desapercibido. También ha dejado marcas en la platea.

Con rigurosa técnica, la creadora aporta en esta temporada una experiencia profunda y muy acabada. Su labor personal se combina de manera excelente con la iluminación y el magnífico diseño sonoro de José Binetti.

Carlos Pacheco
Fuente: La Nación

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