martes, 26 de enero de 2010

¿El teatro resuelve urgencias?

Anna Fuerstenberg, directora de teatro.FOTO: JOSÉ MORÁN / El Telégrafo

La escritora y directora de teatro y cine dictará talleres en Guayaquil hasta mediados de marzo.

Walter Franco
El Telégrafo

GUAYAQUIL.- Su apellido es una palabra conocida en Europa, denomina a la vez a una plaza francesa y a una provincia austriaca. Anna Fuerstenberg nació en las afueras de un campo de refugiados en Alemania, sin embargo sus padres eran de Austria y Polonia, su hermana nació en Radom y los tres fueron ?huéspedes? de Stalin en Siberia. Considera que lo más interesante de su vida sucedió antes de nacer.

Actualmente es profesora de inglés como segundo idioma, vive en Quebec (zona francesa de Canadá), alterna entre la dirección de teatro y cine, además de escribir guiones y cuentos. Se encuentra en Ecuador, hospedada en Playas y viaja a Guayaquil con frecuencia para dictar talleres de cine y teatro.

¿Alguna vez narró la historia de su familia en sus escritos?

Escribo cuentos que ya han sido publicados en Canadá y Estados Unidos, que a veces los convierto en representaciones. Los llamo ?ficcionografía?, un neologismo que creé, porque hablan sobre parte de mi vida que no sé si sea exacta, ya que no la recuerdo con precisión y a veces exagero.

¿Le gusta manejarse con el humor negro o ácido?

Soy conocida por ello. Por la ironía, pero más que todo tengo el deseo y la pasión de comunicarme. Sé que el humor comunica muchos temas muy difíciles, por ejemplo hice un unipersonal hace 20 años en Nashville, Tennessee (EE.UU.) de una mujer que provenía de 50 años en el futuro y que hablaba de todo como sida, política, la situación de la mujer. Pero con tanto humor que entre esa población conservadora me permitían hacer de todo.

¿Cómo llegó a la dramaturgia y a la dirección teatral?

Como refugiada estuve siempre marginada y por ello me ha gustado hacer teatro. Siempre escucho a la gente, la imito para sobrevivir, entonces la actuación más la dirección y escritura para teatro para mí es como respirar. Fue natural. En Centroamérica me di cuenta de que las historias eran demasiado latinas, pero el montaje bastante europeo. Me fui a vivir a Quebec, la zona francesa de Canadá y supe que por mi apellido, que es muy conocido en Europa (Austria), no tendría trabajo como directora, así que empecé a dar clases en las montañas y a escribir. Durante mi maestría en Colorado fui escritora fantasma de libros de antropología, sociología y economía de Estados Unidos. Como estudiante de teatro y comunicación fui la primera de la Universidad de Colorado, a la que se le permitió ser directora profesional mientras estudiaba. Escribí guiones que mezclaban textos de Christopher Marlowe, Bertolt Brecht y de Kabuki, basado en La Odisea.

¿Cómo fue enseñar teatro popular en Centroamérica?

Para mí fue como abrir los ojos. Me di cuenta de que la cultura latinoamericana tiene teatro que es tan explosivo, expresivo, mágico y eso lo llevé a mis montajes en América del Norte. Hice un guión sobre Historia de dos ciudades, de Charles Dickens, entonces una canadiense de la zona francesa dirigió un guión sobre la Revolución Francesa escrito por un inglés y con actores norteamericanos. En Nicaragua utilizamos títeres de 8, 10 y 12 pies y era muy cómico enseñar a los actores gringos a cantar La Marsellesa en francés; pero fue un montaje exitoso porque nadie había hecho algo así, con escenas muy íntimas entre la heroína y su papá en la prisión y otras de gran magnitud sobre la lucha.

Al trabajar en Centroamérica me di cuenta de que las historias eran muy latinas, pero al momento de representarlas todo era muy europeo y descubrí el teatro más antiguo de Nicaragua, la obra El Güegüense. Esta obra indígena la hacen hasta ahora y la utilizan para varias cosas, entre ellas enseñar español a los indígenas, a través de chistes, música. Lo aprendido en Nicaragua, lo apliqué en Canadá en obras sobre cómo tratan los canadienses a los inmigrantes.

¿Algún otro referente?

Patricia Asís, a quien conocí en una conferencia internacional de teatro en Toronto. Me inspiré para utilizar su método cuando trabajé con mujeres filipinas en Montreal. Fue una experiencia clave porque ellas deben incluso tener educación superior para ir a Canadá a limpiar baños, hay contratos de 18 meses. Un grupo me pidió hacer teatro para educar a los canadienses sobre su situación. El teatro sirve para hacer cosas que se necesita realizar ya, en el cine el proceso es largo.

¿Cómo inicia lo del cine?

En Toronto, un director de cine me pidió escribir diálogos para un filme ya escrito y mientras yo trabajaba en la escuela de teatro para niños me pidió guiones, cuentos o historias. Le propuse uno de una muchacha de 11 años que quiere ir a la escuela de teatro y tiene que trabajar para pagarla, porque su familia es numerosa, su madre está embarazada y el padre se marchó. A él le pareció interesante, un mes después me dijo que le escribiera diálogos porque lo había vendido para hacer un largometraje. En dos semanas lo tuve listo.

¿Qué hará en Ecuador?

Esta semana daré un taller de dirección en la Alianza Francesa, del 19 al 22 daré uno de guión para cine y TV. Del 1 al 4 de febrero en la Universidad Católica dictaré un curso de teatro para la pedagogía y otro sobre escritura de guiones para documental y ficción, del 8 al 11 de marzo. Estoy radicada en Playas y estaré en este país, que me encanta, hasta fines de marzo.

Fuente: El Telégrafo

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