jueves, 28 de octubre de 2010

El día en que compartir el dolor fue necesario

Jueves, 28 de octubre de 2010

EL PAIS › DESPUES DE LAS OCHO DE LA NOCHE LA PLAZA SE LLENO PARA DECIR ADIOS Y RESPALDAR A LA PRESIDENTA

En una convocatoria espontánea y sin la presencia de aparatos políticos, decenas de miles de personas ocuparon la Plaza de Mayo para rendir homenaje al ex presidente y dejar claro el apoyo a Cristina Fernández.

Por Marta Dillon

Como un peso que se arrastra entre muchas manos, el dolor que se comparte también se hace más liviano. O se convierte en fortaleza. Así está escrito en cada baldosa de la Plaza de Mayo y en la historia argentina desde que un grupo de mujeres convirtió su dolor en movimiento y consiguió nombrar lo que estaba destinado al silencio: la desaparición de sus hijos. Así lo volvieron a escribir con su presencia y con mensajes apurados en marcador sobre papel, en flores atadas a las vallas policiales, en abrazos repetidos e interminables, decenas de miles de personas que no quisieron estar solas con el dolor que generó la muerte del ex presidente Néstor Kirchner.

Nadie podía precisar cómo había surgido la convocatoria, quién había fijado la hora, qué sería lo que iba a suceder allí, frente a la Casa Rosada a las ocho de la noche. Pero el mensaje circuló por teléfonos y computadoras, de boca en boca, a medio camino entre la congoja y un optimismo militante e inorgánico que indicaba que era necesario poner el cuerpo en la calle, tomar la calle, ocupar la Plaza. Congoja por la muerte inesperada de un hombre al que, según las distintas voces, se le debe desde el fin de las leyes de impunidad sobre los perpetradores del terrorismo de Estado hasta el “derecho a una jubilación”.

Algo de esa orfandad podía respirarse en una Plaza que se mostraba convencida de poder ofrecerle a Cristina Férnandez la fuerza necesaria para seguir adelante después de perder a su compañero de toda la vida. Aun a sabiendas de que ese mandato de “apuntalar, no abandonar la calle” –como se escuchó más de una vez– necesita expresar el dolor, aunque más no sea para compartirlo. Para que duela menos.

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Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-155852-2010-10-28.html

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